Después de una mañana de nieve y frío, e ideas bastantes congeladas, pues la que llevaba en la cabeza al salir de casa se evaporó a los cinco minutos de estar en el campo; ya de vuelta a casa, lo que aparecía impertinente en el horizonte era una planta cementera, la cual, justo al pasar por delante de ella, recibía esos impresionantes rayos de Sol que nos deslumbran después de la tormenta, estos junto a las nubes azulonas de la tormenta que se retiraba, creaba una magia especial. Aún no siendo lo que buscaba por la mañana, tampoco debía desaprovecharlo, y ante la mirada extraña de los camioneros que salían de ella, monté el trípode y armado de teleobjetivo me recree 15 minutos de luces soberbias. Saqué varias fotos, pero en un momento de lucidez mental, me decanté por la panorámica, realicé dos fotos y después de montarlas en el ordenador, esto es lo que conseguí.
