Debía ir tan inmerso en la ensoñación que produce pasear por las calles de Sidi Bou Said (Túnez), bien llamado el pueblo de los artistas, que cuando quise despertar de ella, este gato me miraba fijamente, y esos ojos eran tan hipnóticos que casi no me di cuenta de... ¡Oh, apareció la musa! ... gato negro... paredes blancas... foto... luego los que me miraban sacar fotos al gato eran los guiris a mí, ¿el gato? ... el gato siguió a lo suyo y yo a lo mío.
¡Gracias gatito!
¡Gracias gatito!