Por fin, había llegado el otoño después de este largo “verano”; Eso fue lo que pensé a principios de noviembre, mientras me dirigía al Parque Natural de la Tejera Negra.
Aunque el aire había soplado en días anteriores y había tirado casi todas las hojas de la hayas, tampoco me importo, pues no hay nada mejor para curar el estrés de la ciudad como dar un paseo por un bosque en otoño, gozas de tanta tranquilidad, silencio y soledad, que no quieres apretar el disparador de la cámara no vayas a romper ese momento. Pero la afición es fuerte y consigues hacer alguna foto sin romper la magia.
Bueno, también soplaba aire ese día, para muestra la fotografía anterior.
Muy buenas las tres fotos, me gusta mucho la segunda y la tercera.
ResponderEliminarParece que empiezas a animar el blog, me alegro de poder ver otra vez tus fotos.